Las emociones son respuestas inestables y cambian dinámicamente de acuerdo con los cambios que se producen en el contexto. Las emociones no son universales, sino que, en cada cultura, desde la infancia y a través de la educación recibida y el contexto familiar, se fomentan unas emociones más que otras, de modo que en la edad adulta diferentes situaciones evocan emociones diferentes a los hablantes y miembros de diferentes culturas en función del concepto que se tiene en cada una sobre cómo se debe actuar.
Pasar a ser miembro de una cultura diferente, por un lado, puede provocar un desequilibrio emocional entre cómo uno quiere sentirse y cómo realmente se siente en dicha cultura, así como en su autopercepción y concepción del “yo”. Además, como resultado de las migraciones, no solo en muchas ocasiones hay un cambio de lengua, sino que también tiene lugar una adaptación en otras dimensiones, incluyendo la dimensión emocional. Estos procesos de transformación se reflejan en los patrones emocionales y es lo que se ha denominado aculturación emocional. ¿Cómo se relaciona la manera de sentir de los migrantes y hablantes de herencia con el uso de su lengua de origen o de herencia? ¿Cómo expresan su identidad lingüística las personas inmigrantes y sus descendientes? ¿Prefieren hablar de ciertos temas en una lengua y de otros en la segunda? ¿Mantienen el uso de la lengua en el contexto familiar, mayormente afectivo? ¿Cómo lo han vivido las madres trabajadoras (principales transmisoras de la lengua para los hijos), los que ya son abuelos, los que se dedicaron a hacer de la lengua su herramienta profesional (escritores, traductores, etc.)?
Todo ello nos ha llevado a estudiar el problema de la identidad personal en diferentes situaciones de distancia entre la lengua materna y la del país de acogida: por lo que no hemos considerado solo a los inmigrantes de primera generación, sino a los de segunda, quienes poseen mayores probabilidades de tener un bilingüismo balanceado en las dos lenguas. Hemos extendido el estudio también a los estudiantes de español lengua extranjera, con un bilingüismo incipiente. Al realizar estos estudios buscamos responder a algunas preguntas: ¿Cómo ha influido el hecho de hablar español en la configuración identitaria de las nuevas generaciones, tan alejadas espacial y vivencialmente del contexto sociocultural de origen de sus mayores?
Hay que tener en cuenta también que los propios sentimientos implican distintas connotaciones y valores según la cultura en la que se producen y en la que se decodifican. En condiciones de plena competencia en el nuevo país de residencia, estos valores cobran mucha importancia ¿Qué impulso está tomando la investigación del español de herencia en los países de Europa y de EE. UU.? ¿Qué factores se ligan a esta nueva identidad de hablante de segunda y tercera generación?
Nos acercamos a la investigación con los siguientes objetivos: