Existen diferencias entre culturas en la percepción de las emociones (nivel prosódico, lenguaje no verbal, etc.), en la comprensión y percepción del significado de palabras emocionales, así como en los patrones de selección de estas palabras. Pedir o disculparse, por ejemplo, son actos de habla que suponen conocer los implícitos emocionales de la lengua y no solo tener la competencia lingüística para hacerlo. Actualmente trabajamos en los relativos a la posibilidad de disentir con un docente por parte de un estudiante universitario y nos interesa saber si la expresión de emociones asociada puede ser un rasgo cultural ¿es adecuado hablar de emociones cuando se establece una relación académica asimétrica entre profesor y estudiante? Las relaciones de poder, ¿modifican los actos de habla en un modo diferente cuando el español es segunda lengua de estudio tradicional (sin aculturación) o de inmigración?
Respecto a la expresión más relacionada con la competencia lingüística sabemos que los elementos de cortesía —decir “por favor”, “gracias”, o utilizar una pregunta en lugar de un imperativo para hacer una petición— implican el conocimiento de elementos lingüísticos (vocabulario, gramática) que se aprenden en las primeras fases de acercamiento a una nueva lengua. En nuestra lengua materna somos capaces de pedir un café en un bar sin resultar maleducados usando un imperativo o solo un gesto, también de decir un “por favor” con la declarada intención de que resulte despectivo. Simplemente cambiamos el tono en el que lo decimos. Parte de los protocolos que se implementarán se enfocan hacia el estudio de la entonación en el ámbito de la enseñanza del español ya que es la responsable de que algo nos pueda sonar más o menos cortés independientemente (o a pesar) de las palabras que usamos. Es la clave para atinar con lo socialmente aceptado, porque es en las conversaciones en el país de acogida y en una cultura diferente en las que, más que nunca, un migrante desea lograr esa aceptación.
En el crisol multicultural de Madrid, con multitud de acentos y matices ¿nos suenan unos más educados que otros? ¿Qué percepción nos llevamos de nuestros nuevos vecinos cuando intentan ser corteses? ¿Podría ser la entonación quien les juegue la mala pasada de resultarnos maleducados y antipáticos? Con el objeto de respaldar un sucesivo protocolo de enseñanza validado, se diseñó una intervención didáctica enfocada en la enseñanza de vocabulario emocional (emotion words, emotion-laden words, non-emotional words). Estas palabras se seleccionan utilizando corpus de nativos y material auténtico. Para implementar la intervención se utilizan tanto medios visuales (asociación de palabras con su correspondiente imagen) como audiovisuales (fragmentos audiovisuales de material auténtico). Durante la aplicación de la intervención didáctica se trabajará especialmente la comparación (distancia cultural y tipológica) de las palabras entre la propia lengua y cultura y las de la lengua meta, así como las metáforas de emociones.
Nos interesa saber también si los elementos pragmáticos que se enseñan en los manuales son suficientemente sólidos al momento de la evaluación certificativa de lengua española ¿los profesores de lengua son capaces de identificar como adecuados los actos de habla que son típicos de nativos de otra variedad de lengua española? ¿califican como erróneo lo que no conocen? Esto parece crucial en un ámbito como el de la Comunidad de Madrid, en el que muchas ONG trabajan con docentes de otras variedades lingüísticas.
Nos acercamos a la investigación con los siguientes objetivos: